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LA TROCHA

CARLOS SERPA, UN CUBANO HUMILDE, GENTE DE PUEBLO, DE INTELIGENCIA NATURAL Y CON MUCHA CHISPA

CARLOS SERPA, UN CUBANO HUMILDE, GENTE DE PUEBLO, DE INTELIGENCIA NATURAL Y CON MUCHA CHISPA Palabras de Tubal Páez en el homenaje en la UPEC al que fuera durante diez años “periodista independiente” y vocero de las Damas de Blanco

Hace pocos meses, nuestros espíritus se llenaron de luz cuando leímos La Victoria Estratégica y la Contraofensiva Estratégica, sobre la guerra en la Sierra Maestra, contadas, combate a combate, por el Comandante en Jefe.

Son páginas que recogen los detalles de una epopeya sin igual. En ella, valores muy preciados de la conciencia fueron decisivos para alcanzar el triunfo en una etapa muy difícil de la historia de nuestro país.

El honor, la lealtad, la fidelidad, el compromiso, la palabra empeñada y el respeto a principios fundamentales fueron la característica más común de aquel grupo de hombres y mujeres, de distinta procedencia, de gente sencilla en su mayoría, que dieron a Cuba y al mundo ejemplos al anteponer a sus intereses personales los de su propio pueblo.

Coincidimos con Fidel en que la clave de aquella victoria, como las otras tantas que han conquistado los cubanos en el último medio siglo, está en la coincidencia del valor y la inteligencia. Ni inteligencia sin valor, ni valor sin inteligencia.

Y como de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, los compañeros Carlos Serpa (Emilio) y Moisés Rodríguez (Vladimir) aceptaron el duelo con el adversario para ganarla también a pensamiento, como nos explicara Martí.

Hoy les damos a Serpa la bienvenida a la Casa de la Prensa, sede de la Unión de Periodistas de Cuba, orgullosos de saber que los dos, aunque él en mayor proporción, se desenvolvieron en el plano mediático, utilizado con furia despiadada por los enemigos de la Revolución.

El velo descorrido hace unas horas ha puesto su labor secreta al descubierto, lo que nos permite corroborar y denunciar con abundantes pruebas y testimonios la política agresiva del Gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos contra Cuba, y el despreciable papel de personas que se han puesto a las órdenes de los enemigos de la Patria en que nacieron.

No es difícil adivinar el tipo de sociedad a que aspira aquél o aquélla que por mezquinas aspiraciones individuales, confiesan que prefieren ver a su propio país invadido militarmente por una potencia extranjera, con el saldo de cientos de miles de muertos y la incalculable destrucción de la riqueza material.

El modelo soñado para reproducir aquí es el de los Estados Unidos, con niños y maestros armados dentro de las Escuelas; con cadenas de tiendas para venta de armas para matarse unos a otros; de jóvenes destruidos por la droga y la industria del sexo; de millones de desamparados sin seguro de salud, sin jubilación, sin viviendas, sin empleo, ni posibilidades de costear la educación de sus hijos.

Paradójicamente el referente soñado es el país que tiene la mayor proporción de personas en prisión, que invierte más en cárceles que en universidades, donde se oficializa la tortura y se cazan inmigrantes como animales salvajes.

Es el sistema en el cual los medios de comunicación han dejado a un lado su papel de informar y educar, para convertirse en maquinarias globales para embrutecer a la gente y ayudar al saqueo de los grandes consorcios transnacionales.

Como enseña la historia y vemos en estos días, antes del desembarco, los agresores calan las bayonetas mediáticas para facilitar el crimen de la guerra.

Los testimonios de Carlos Serpa ilustran cómo se fabrica la llamada oposición en Cuba, cómo corren ríos de dinero y recursos para fabricar supuestos periodistas, sindicalistas y bibliotecarios, y presentarlos al mundo como fuerzas legítimas surgidas dentro de nuestra sociedad. Cómo se practica un periodismo falso, sin ética ni valores, bajo el principio de que contra Cuba todo vale. Es el cinismo llevado a niveles de delirio.

Serpa lo pudo vivir y constatar en su propia vida, desde que se desempeñaba, con excepcional laboriosidad, como corresponsal voluntario de Radio Rebelde, Radio Reloj y Radio Caribe en la Isla de la Juventud, en el ejercicio de un periodismo ajustado a la verdad, a normas éticas, al amor a su Patria, a la defensa de los intereses del pueblo trabajador y a la solidaridad humana dentro y fuera de Cuba.

El trabajo en esas emisoras le dio prestigio y llamó la atención de ciertos diplomáticos acreditados en La Habana.

Fue por aquellos días en los que se le expulsó de su trabajo como periodista en el territorio pinero, donde su imagen fue ganando cada vez más repulsión en el municipio en particular y en el sector de la prensa en general.

Al igual que Moisés, en su trabajo dentro de la contrarrevolución, tuvo que enfrentar la indignación popular y serios peligros al penetrar grupúsculos de corte provocativo, dados al enfrentamiento en la vía pública, deseosos de incrementar sus hojas penales como aval para emigrar o para obtener fama y dinero.

Como periodista independiente, entre comillas doble, fue muy demandado para coberturas en el país, los enemigos lo movían de un lado para otro y daban fuerte eco a sus reportes. En el año 2003 pasó a ser el vocero de Las Damas de Blanco y, gracias a su misión, Cuba pudo conocer los planes trazados a este grupo y adelantarse a sus proyecciones.

Llegó a establecer vínculos con círculos terroristas fuera de Cuba, como la Fundación Cubano Norteamericana, la cual le envió una cámara fotográfica por sus méritos en el servicio.

Es un cubano humilde, gente de pueblo, de inteligencia natural, despierto, hiperactivo y con mucha chispa, como lo vimos cuando habló con Julio Machado de Radio Martí y con un lenguaje revolucionario se despidió de ese nido de víboras para siempre.

Serpa estuvo cumpliendo la misión con estoicismo, aguantando durante una década los sinsabores de aparentar una vida que aborrecía por dentro.

Pero Moisés estuvo mucho más tiempo, 27 años, incluso un un período dentro de las cárceles.

En esta misma sala, hace unos años, entregamos al colega desaparecido Néstor Baguer, el agente Octavio, el Premio de la Dignidad, por sus servicios a la defensa de la Patria.

En esta ocasión y por similares méritos, la Unión de Periodistas de Cuba acordó entregarles a Carlos y a Moisés el carnet de afiliados a la organización en la categoría de miembros de honor. Y que el próximo día 9, cuando se condecorarán en todo el país a los profesionales de la prensa por su labor destacada, reciban también, junto a personalidades cubanas y de otros países, la Distinción Félix Elmuza, la más alta que confiere la UPEC.

Este encuentro de hoy se realiza en vísperas del inicio de las actividades por la Jornada Nacional por el Día de la Prensa Cubana, dedicada este año al 50 aniversario de la victoria de Playa Girón. Por eso, este homenaje se enlaza con el recuerdo de aquellos combates contra fuerzas mercenarias, financiadas, armadas, organizadas y entrenadas por el Gobierno de Estados Unidos para aplastar la Revolución y castigar a los cubanos por su pretensión de ser independientes.

No creo discrepar con los aquí reunidos si añado que los mercenarios de ahora son más despreciables todavía que aquellos de 1961, porque las mismas manos que les pagan están mucho más ensangrentadas, por las guerras en el mundo, y por el bloqueo y las agresiones contra Cuba, entre las cuales está el horrendo Crimen de Barbados, cuyos autores viven impunemente en los propios Estados Unidos.

Por las mismas razones que soldados, policías y milicianos preservaron las sagradas arenas de Playa Girón, hoy hombres y mujeres, como Octavio, Emilio y Vladimir cumplen riesgosas misiones para defender su Patria agredida, al igual que Gerardo, René, Ramón, Fernando y Antonio, lo hicieran en “las entrañas del monstruo”, como dijo Martí.

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