GIRON, LA VICTORIA.
Perplejos quedaron los mercenarios de la llamada brigada 2506 cuando vieron los primeros aviones de nuestra exigua Fuerza Aérea Revolucionaria sobrevolar sus buques y barcazas de desembarco, puesto que sus asesores y entrenadores le habían afirmado que “Castro ya no contaba con aviones..”
Era la mañana de 17 de abril de 1961, y nuestros pilotos en la misma zona de desembarco, en la Ciénaga de Zapata, bombardearon a los mercenarios yanquis. En medio de aquella sorpresa, muchos preguntaron ¿De dónde salieron, si ya los habíamos acabado?.
Dos días antes, el 15 de abril de 1961, aproximadamente a las 6.00 de la mañana, el gobierno, la CIA y el Pentágono yanquis habían puesto en marcha, con la operación Preludio, la parte inicial del tenebroso plan de agresión contra nuestra patria, que venían preparando desde meses atrás.
La denominada Operación Preludio consistió en un artero ataque a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba. El propósito era destruir en tierra los pocos y maltrechos aviones de combate con que cantábamos, a fin de asegurar que los invasores tuvieran dominio absoluto del aire.
La CIA bautizó una zona de la costa atlántica de Nicaragua en esa fecha como Happy Valley, enclave, desde donde en la madrugada del 15 de abril de 1961, partieron ocho aviones tipo B-26, de la CIA, con insignias de nuestra Fuerza Aérea Revolucionaria. El ataque se hizo en formaciones de tres, tres y dos, respectivamente, contra nuestros aeropuertos.
La cobarde agresión de los aviones piratas fue ripostada inmediatamente por nuestros bisoños artilleros, muchos de ellos apenas llegaban a los 15 años de edad, quienes los pusieron en fuga e hicieron blanco en varios de ellos.
Unos días antes de la agresión, nuestro Comandante en Jefe sostuvo una conversación con los pilotos y orientó: “Esos equipos (aviones) tienen que ser conservados para rechazar al enemigo”. Entre los factores fundamentales que impidieron se consumara el plan de la CIA estaban: Reforzamiento de los aeropuertos con nuevas baterías antiaéreas; el valor y la serenidad de los milicianos de esas baterías; las medidas de enmascaramiento y dispersión de los pocos aviones existente, entre otras muchas medidas.
Ese mismo día desde Happy Valley comunicaron al buque insignia de la flota mercenaria que se acercaba a las costas cubanas: “El ataque aéreo fue un éxito. Misión de bombardeo cumplida. Aviación enemiga exterminada. Destruidos de 8 a 10 aviones en San Antonio, de 6 a 8 en Ciudad Libertad y 12 en Santiago de Cuba.
Sorprendentemente para los mercenarios, esa “supuesta fuerza aérea castrista” fue, precisamente, la que les dio tremenda paliza en la zona de desembarco y les hundió varios buques y barcazas, así como les derribó un buen número de sus B-26.-
La victoria del 19 de abril de 1961 frente a los mercenarios armados, pagados y entrenados por el imperialismo yanqui hizo posible que el futuro –esperanza y sueño de los combatientes de nuestra última guerra de liberación- de plena libertad por el que pelearon también en el siglo pasado nuestros mambises, no se frustrara.
Por ello, nuestra juventud nacida después de aquel abril heroico es un símbolo vivo del triunfo de nuestro pueblo contra el pasado oprobioso que la tropa mercenaria venía a imponernos de nuevo.
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