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LA TROCHA

Terrorismo, justicia por cumplirse

Terrorismo, justicia por cumplirse

Néstor Núñez

 

Servicio Especial de la AIN

 

Este seis de octubre los cubanos rememoran la historia permanente de barbarie que los sectores más reaccionarios del imperio han hecho sufrir a la población de la Isla, por su apego al derecho de decidir libremente su propio camino.

 

Suman tres décadas y media del salvaje atentado con bombas contra una nave de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados, donde 73 personas murieron en un angustioso instante por la acción de grupos terroristas, generados y amparados por Washington.

 

Aún nuestro país espera por justicia, porque precisamente gente como Luis Posada Carriles, uno de los responsables de semejante crimen, se pasea impunemente por las calles de la Florida, como lo hizo hasta su último minuto Orlando Bosch, el otro contumaz asesino ligado a semejante masacre.

 

Gente que, por demás, recibe homenajes públicos, gozan de espacios en la prensa, y pese a voluminosos expedientes en las instancias oficiales norteamericanas que los sindican como terroristas netos e individuos no recomendados, incluso para vivir en los Estados Unidos, residen libremente en aquella nación la cual, dicho sea de paso, se proclama emporio de democracia, justicia y rectitud extrema frente a los cultores del terror.

 

Pura falacia que los cubanos conocemos en propia carne, muy en especial los tres mil conciudadanos muertos y los más de dos mil mutilados a cuenta de ese terrorismo que ha sido pieza clave de la política del imperio hacia la Isla por más de medio siglo.

 

Los trágicos e indignantes sucesos del seis de octubre de 1976 frente a las costas de Barbados son, por tanto, una herida sin sanar, cuenta sin saldar, dedo acusador que pesa luego de 35 años sobre los ejecutores y aquellos quienes les entrenaron, utilizaron y protegen.

 

Sería bueno preguntarles precisamente a esas "honorables" autoridades norteamericanas, qué guerra hubiesen inventado, país invadido, y terribles amenazas proferido al mundo, si aquella potencia se hallara cercada, atacada y victimada como lo ha sido Cuba por 52 años consecutivos.

 

Desde luego, no habría que esperar respuesta seria y responsable. De hecho, lo que comenzará a suceder a partir de unos días con uno de nuestros Cinco Héroes, René González, obligado a permanecer tres años en los Estados Unidos bajo vigilancia oficial luego de cumplir injusta condena de década y media por combatir el terrorismo de los grupos reaccionarios miamenses, evidencia claramente la catadura de tales luchadores de pacotilla contra la titulada "violencia extremista".

 

René estará expuesto en lo adelante no solo a la parcialidad enfermiza de autoridades que protegen a cajas destempladas a los fanáticos anticubanos de La Florida, sino además a cualquier acción que contra su integridad organicen estos elementos sin ataduras ni controles legales.

 

Es el cuadro que aún debe enfrentar Cuba. Y todavía el presidente Barack Obama, con abultado fólder de desengaño interno y externo sobre su mesa, insiste en condicionar a "cambios en la Isla" el posible entendimiento mutuo. Netos sueños de la prepotencia, tan bipartidista como el prolongado y alucinante afán gringo de hegemonía global.

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