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LA TROCHA

24 de febrero de 1895: Un hecho en nombre de la Patria

24 de febrero de 1895: Un hecho en nombre de la Patria

El 24 de febrero de 1895 constituye una fecha gloriosa para la historia de Cuba en el ambiente insurreccional que existía; el Partido Revolucionario Cubano orienta la reanudación de un nuevo período de la guerra, que Marti llamó necesaria, con su siempre clara visión.

 

Así se reinician las gestas independentistas por la libertad de Cuba. Sus hijos se levantaban en armas una vez más, después de un larga preparación; los principales alzamientos se dieron en el Oriente, aquí el movimiento revolucionario alcanzó mayor fuerza y gran masividad, fueron dirigidos por dos grandes veteranos de la Guerra de los Diez Años:

 

Bartolomé Masó y Guillermo Moncada, y bajo su dirección se incorporaron experimentados jefes como Quintín Banderas, entre otros.

 

En el poblado de Baire, los hermanos Lora lanzaron una proclama para llamar al pueblo a la lucha. En Matanzas el más importante fue el de Ibarras, dirigido por Antonio López Coloma, y en él participó además, Juan Gualberto Gómez, a pesar de la combatividad, los grupos de alzados fueron disueltos; este último cayó prisionero y deportado posteriormente, Coloma, fusilado. Sanguily, cuando lo llevaban al patíbulo lo llamó el hombre del 24 de febrero y lo exhortó a morir con valor. Así murió el héroe de Ibarra.

 

 

En las demás provincias del país no llegaron a producirse levantamientos. Por ejemplo a Pinar del Río no llegó la orden.

 

El hombre, con su actuación determinante en el decursar histórico de la Patria, imprimió características muy singulares a este hecho en cada zona, que marcarían el desarrollo progresivo de la Revolución.

 

Para Martí la significación histórica de este día era que se produjeran varios alzamientos simultáneos, y así prendería la llama bélica en todo el país, "con la brevedad y la eficacia del rayo".

 

Es un hecho histórico que el 24 de febrero fue una realidad palpable, gracias a la incorporación masiva del Oriente. No podemos limitarlo al Grito de Baire, como erróneamente le han dado en llamar.

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