Metáfora de la lluvia, la Virgen y Cuba
Por Sayli Sosa Barceló Foto: Ismael Francisco (Cubadebate)|
Llovió en Santiago de Cuba y acaso era la lluvia lo único que faltaba en el día en que por primera vez el Papa Benedicto XVI se dirigió a nuestra Nación, para completar la enunciación de la pureza, la esperanza y la paz.
Desde muy temprano, las personas venidas de todas partes, creyentes y no creyentes (me atrevo a asegurarlo), se habían concentrado en la plaza Antonio Maceo, a la sombra de las Palmas Reales, llenando todos los espacios, apretujados en un calor familiar, con el Titán de Bronce convocándolos y bajo la mirada protectora de la Virgen de la Caridad del Cobre, que salió de su recinto para regocijarse en el júbilo de sus hijos ante el Santo Padre de la Iglesia Católica.
Hubo cánticos religiosos en Santiago, pero no faltó el ritmo que alimenta la sangre santiaguera, la cubana, y se escuchó tan fuerte, con tanta energía, yo no quiero flores, yo no quiero estampas, lo que quiero es Virgen de la Caridad.
La gente festejó con genuina alegría, imposible describirlo de otra forma. Muchos corrieron cuando el automóvil del Papa entró a la Plaza y con pañuelos blancos, gorras, banderas cubanas le saludaron, dándole la bienvenida a una tierra pródiga en hospitalidad. Benedicto XVI, en tanto, retribuyó el gesto de profundo amor y respeto bajando los cristales de las ventanas para comulgar en cuerpo y alma con ese pueblo.
Luego la misa, un canto a la reconciliación, a la paz y tranquilidad de las familias, a la esperanza y bienestar de los afligidos, un canto a Cuba y los cubanos, donde quiera que estén.
Los allí reunidos compartieron la sangre y el cuerpo de su fe, y oraron por todos y para todos, por el hoy y el mañana de una Nación que como los tres Juanes, navega en su barca contra tempestades, confiada en la fuerza de la verdad que sirve de manto a la Virgen, su patrona.
Llovió en Santiago de Cuba, acaso como la mejor metáfora para una visita a la que algunos quieren trastocarle su sentido espiritual y de paz, sin lograrlo, porque tal vez por azar, o tal vez no, los colores del sagrado paño de la Virgen son, también, los de la Bandera de la Estrella Solitaria, que es decir Cuba.
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